CAPITULO II: Desapariciones

Muchas cosas sucedieron en ese momento. Irene gritó cuando notó que alguien presa del miedo le daba una cachetada en el trasero. Al mismo tiempo cuatro personas irrumpieron de la nada chillando algo sin sentido. Víctor se había encerrado en el coche mientras que Natalia aporreaba la puerta para acceder al interior. Hugo reaccionó arrojando una piedra de bienvenida a los extraños, y a su vez Gaby asía un palo entre sus manos.
- ¡Ay¡ Ya, ya...somos nosotros...-Exclamó Rubén que al parecer había sido alcanzado por el pedrusco.
- ¿Rubén?-preguntó Irene- que susto nos habéis dado, no avisasteis de que ya estaba tu coche bien.
- Los mecánicos de Alcalá que son muy eficaces...-dijo Bea orgullosa.
- El caso es que aparecíais fuera de cobertura y al llegar al pueblo un grupo de mujeres que hablaban con un cura nos dijo que habían visto el Polo entrar en el camino-explicó Alex mientras mostraba las llamadas realizadas desde su móvil.
Además de los tres anteriores les acompañaba Susana que comenzó a saludar a todos, que tras el susto ya se encontraban cerrando el circulo. Se notaba un tono de alegría en el ambiente y no había cabida para pensar en aquellos extraños sucesos que habían presenciado anteriormente. El único problema que se planteaba era el lugar donde pasarían la noche, pues claramente estaban perdidos y disponían tan solo de una tienda de campaña, además no querían en la oscuridad buscar la salida porque ya de día el camino se había presentado traicionero.
- No se hable más-dijo Gaby acallando a todos- dormimos aquí en la tienda y al amanecer buscamos la salida y llamas desde el pueblo a los amigos de tus padres, Irene.
- Además tenemos comida y cosas para esta noche, una fiesta americana Víctor...-bromeó Susana ante la atenta mirada de su amigo.
No fue una decisión que todos acogieran con gran entusiasmo, pero era la única razonable y en cuestión de minutos habían levantado un campamento en la explanada cercana al pozo. Cuando se hubo arrimado el otro coche, comenzaron a celebrar una improvisada fiesta iluminada por la leve luz de unas linternas y los rayos de una luna que por momentos aumentaba su tamaño y se iba perfilando entre difuminadas nubes. El alboroto de las risas resonaba en el silencio, y hasta horas más tarde no se iría reduciendo el tono. Era el momento idóneo para dormir, así sorprendentemente la tienda consiguió dar cobijo a seis personas mientras que en los coches se apañarían los otros tres restantes.
- Natalia si eso duermo yo en tu coche, déjame la llave.-así Víctor tendió la mano para recoger las llaves de una Natalia que estaba ya apoltronada entre abrigos en la tienda de campaña y que miraba con recelo como éste recogía el manojo.
Se alejó de la tienda y los coches en dirección a la zona donde se hallaba el pozo. Tan solo si prestaba mucha atención podía oír como un susurro las voces de sus amigos. Una presión invadía su vientre, se acerco a un árbol y con una expresión de alivio cuando hubo terminado se aproximó al borde del pozo y allí se sentó con la cabeza entre las manos, había sido una noche intensa y el sueño se empezaba a apoderar de él, pero otra sensación aún más intensa se hizo perceptible, el terror invadió su cuerpo. Tras él podía escuchar el ruido de un goteo que colisionaba con las oscuras y calmadas aguas. Apenas podía moverse debido al miedo, sus manos flojearon e incluso las llaves cayeron al suelo. Un escalofrío recorrió su cuerpo al percibir un fuerte hedor. Comenzó a girar la cabeza para ver de donde provenía pero no alcanzó a mirar atrás cuando una mano fría, pálida y viscosa le agarró del cuello y le hizo precipitarse al fondo sin emitir más ruido que el de las perturbadas aguas removiéndose durante unos minutos, hasta que estuvieron de nuevo en la más absoluta calma.
- ¿Habéis oído algo?- dijo Hugo en el interior de la tienda.
- Madre mía que esta haciendo Víctor con mi coche...-Natalia cruzó como pudo el amasijo de piernas y brazos hasta que al fin pudo alcanzar la cremallera y asomó la cabeza por la lona.
Observó su coche al mismo tiempo que la puerta del conductor de éste se cerraba. Al menos exteriormente el vehículo estaba perfectamente, y aunque el interior no pudo distinguirlo se tranquilizó. Luego desvió la mirada al otro coche donde se encontraban Rubén y Bea con las puertas atrancadas, ajenos a lo que sucediese fuera pues no se les distinguía en la penumbra.
Los relojes marcaban las cinco de la madrugada. Acurrucado entre un abrigo e Irene dormía Alex profundamente hasta que una voz le susurró al oído...
- He oído ruidos fuera...
- No te preocupes Irene, hace viento, anda ven, vamos a imaginar que hay una manta de tigre.
- En serio, deberíamos mirar, aunque lo más seguro es que sean éstos...-insistió.
Se levantaron y torpemente comenzaron a avanzar hacia la el exterior. Un estruendo les alertó e hizo que los demás ocupantes de la tienda se despertaran . Desconcertados uno a uno salieron encontrándose con Rubén y Bea de igual manera confusos y adormecidos. Se miraron buscando alguna respuesta pero fue Natalia quién tomó la iniciativa al percatarse de algo.
- ¿Dónde esta mi coche?
- ¿Dónde está Víctor?-preguntó seguidamente Bea.
- Creo que ahí tenéis la respuesta-aclaró Susana- Víctor ha debido de fugarse con el Polo.
- Yo creo que la respuesta está ahí...-intervino Rubén al tiempo que señalaba la zona boscosa.
Todos dirigieron la mirada en busca de alguna respuesta pero solo hallaron un resplandor procedente de algún lugar de entre los árboles. No debía estar demasiado lejos, el bosque se presentaba ante ellos imponente y hostil.
Muchas cosas sucedieron en ese momento. Irene gritó cuando notó que alguien presa del miedo le daba una cachetada en el trasero. Al mismo tiempo cuatro personas irrumpieron de la nada chillando algo sin sentido. Víctor se había encerrado en el coche mientras que Natalia aporreaba la puerta para acceder al interior. Hugo reaccionó arrojando una piedra de bienvenida a los extraños, y a su vez Gaby asía un palo entre sus manos.
- ¡Ay¡ Ya, ya...somos nosotros...-Exclamó Rubén que al parecer había sido alcanzado por el pedrusco.
- ¿Rubén?-preguntó Irene- que susto nos habéis dado, no avisasteis de que ya estaba tu coche bien.
- Los mecánicos de Alcalá que son muy eficaces...-dijo Bea orgullosa.
- El caso es que aparecíais fuera de cobertura y al llegar al pueblo un grupo de mujeres que hablaban con un cura nos dijo que habían visto el Polo entrar en el camino-explicó Alex mientras mostraba las llamadas realizadas desde su móvil.
Además de los tres anteriores les acompañaba Susana que comenzó a saludar a todos, que tras el susto ya se encontraban cerrando el circulo. Se notaba un tono de alegría en el ambiente y no había cabida para pensar en aquellos extraños sucesos que habían presenciado anteriormente. El único problema que se planteaba era el lugar donde pasarían la noche, pues claramente estaban perdidos y disponían tan solo de una tienda de campaña, además no querían en la oscuridad buscar la salida porque ya de día el camino se había presentado traicionero.
- No se hable más-dijo Gaby acallando a todos- dormimos aquí en la tienda y al amanecer buscamos la salida y llamas desde el pueblo a los amigos de tus padres, Irene.
- Además tenemos comida y cosas para esta noche, una fiesta americana Víctor...-bromeó Susana ante la atenta mirada de su amigo.
No fue una decisión que todos acogieran con gran entusiasmo, pero era la única razonable y en cuestión de minutos habían levantado un campamento en la explanada cercana al pozo. Cuando se hubo arrimado el otro coche, comenzaron a celebrar una improvisada fiesta iluminada por la leve luz de unas linternas y los rayos de una luna que por momentos aumentaba su tamaño y se iba perfilando entre difuminadas nubes. El alboroto de las risas resonaba en el silencio, y hasta horas más tarde no se iría reduciendo el tono. Era el momento idóneo para dormir, así sorprendentemente la tienda consiguió dar cobijo a seis personas mientras que en los coches se apañarían los otros tres restantes.
- Natalia si eso duermo yo en tu coche, déjame la llave.-así Víctor tendió la mano para recoger las llaves de una Natalia que estaba ya apoltronada entre abrigos en la tienda de campaña y que miraba con recelo como éste recogía el manojo.
Se alejó de la tienda y los coches en dirección a la zona donde se hallaba el pozo. Tan solo si prestaba mucha atención podía oír como un susurro las voces de sus amigos. Una presión invadía su vientre, se acerco a un árbol y con una expresión de alivio cuando hubo terminado se aproximó al borde del pozo y allí se sentó con la cabeza entre las manos, había sido una noche intensa y el sueño se empezaba a apoderar de él, pero otra sensación aún más intensa se hizo perceptible, el terror invadió su cuerpo. Tras él podía escuchar el ruido de un goteo que colisionaba con las oscuras y calmadas aguas. Apenas podía moverse debido al miedo, sus manos flojearon e incluso las llaves cayeron al suelo. Un escalofrío recorrió su cuerpo al percibir un fuerte hedor. Comenzó a girar la cabeza para ver de donde provenía pero no alcanzó a mirar atrás cuando una mano fría, pálida y viscosa le agarró del cuello y le hizo precipitarse al fondo sin emitir más ruido que el de las perturbadas aguas removiéndose durante unos minutos, hasta que estuvieron de nuevo en la más absoluta calma.
- ¿Habéis oído algo?- dijo Hugo en el interior de la tienda.
- Madre mía que esta haciendo Víctor con mi coche...-Natalia cruzó como pudo el amasijo de piernas y brazos hasta que al fin pudo alcanzar la cremallera y asomó la cabeza por la lona.
Observó su coche al mismo tiempo que la puerta del conductor de éste se cerraba. Al menos exteriormente el vehículo estaba perfectamente, y aunque el interior no pudo distinguirlo se tranquilizó. Luego desvió la mirada al otro coche donde se encontraban Rubén y Bea con las puertas atrancadas, ajenos a lo que sucediese fuera pues no se les distinguía en la penumbra.
Los relojes marcaban las cinco de la madrugada. Acurrucado entre un abrigo e Irene dormía Alex profundamente hasta que una voz le susurró al oído...
- He oído ruidos fuera...
- No te preocupes Irene, hace viento, anda ven, vamos a imaginar que hay una manta de tigre.
- En serio, deberíamos mirar, aunque lo más seguro es que sean éstos...-insistió.
Se levantaron y torpemente comenzaron a avanzar hacia la el exterior. Un estruendo les alertó e hizo que los demás ocupantes de la tienda se despertaran . Desconcertados uno a uno salieron encontrándose con Rubén y Bea de igual manera confusos y adormecidos. Se miraron buscando alguna respuesta pero fue Natalia quién tomó la iniciativa al percatarse de algo.
- ¿Dónde esta mi coche?
- ¿Dónde está Víctor?-preguntó seguidamente Bea.
- Creo que ahí tenéis la respuesta-aclaró Susana- Víctor ha debido de fugarse con el Polo.
- Yo creo que la respuesta está ahí...-intervino Rubén al tiempo que señalaba la zona boscosa.
Todos dirigieron la mirada en busca de alguna respuesta pero solo hallaron un resplandor procedente de algún lugar de entre los árboles. No debía estar demasiado lejos, el bosque se presentaba ante ellos imponente y hostil.
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