CAPITULO I: El camino
Con dos horas de demora res
-Mira que yo no digo nada, pero a alguien le ha crecido el culo...-comentó Hugo en un tono irónico mientras se estiraba.
-Vamos a comprar rápido porque se esta haciendo tarde-dijo Gaby
Todos se encaminaron hacia la tienda de ultramarinos situada frente a la placituela, centro neurálgico del pueblo. Todos excepto Natalia que se quedó descansando reclinada en el asiento del conductor. Era agradable estar recostada mientras los rayos de sol de una tarde que tocaba a su fin calentaban su rostro. En el exterior un grupo de niños jugaba con una pelota, mientras que sentadas en un banco chismorreaban sus madres. Uno de los niños cogió carrerilla y chutó el balón mostrando una amplia satisfacción tras su enérgico tiro. Seguidamente cuando se percató que la pelota había ido a parar más allá de un camino que se adentraba en el campo se llevó las manos a la cabeza e intentó calmar a su amigo que lloraba y corría hacia el grupo de mujeres.
-¿Qué pasa?¿La pelota?¿Dónde?- Era difícil para la madre entender a su hijo que hablaba entre sollozos.-No, si cayó allí, ahí se queda. Si quieres mañana te compro una pelota nueva...
Tranquilizado el niño se acerco a sus amigos con cara de triunfo, pues al día siguiente tendría un nuevo balón. Tanto los niños como sus madres se encaminaron a la placituela para allí cada uno retirarse a su casa. Natalia que había estado observando desde el coche se sobresaltó cuando sus amigos se introdujeron en el coche ya preparados para continuar.
- Según las indicaciones que me han dado debemos tomar...ese camino- dijo Irene señalando la carretera que se adentraba en el campo.
Natalia tomó esa dirección confiando en la orientación de su amiga. El camino era estrec

- Anda que lo mismo es por aquí...como GPS quizás deberías pensar en retirarte- señaló Víctor.
- Kebap...-rió Irene- Alomejor nos llevas tu mejor.
- Tengamos la fies...
Hugo fue interrumpido por un brusco frenazo de Natalia. Parados observaron como un balón rodaba por el camino hasta quedar inmóvil en el centro. Extrañada, Natalia se dio cuenta que esa pelota la había visto anteriormente, tan solo minutos antes. Más sorprendente fue cuando de entre unos setos apareció un niño que se aproximaba al centro de la carretera para recoger el balón. Aparentaba unos ocho años y vestía andrajoso y bastante anticuado, no era ninguno de los críos que antes había visto en el pueblo. Se situó frente a la pelota y se agachó pero no se retiró, tan solo permaneció allí. Estupefactos miraban todos desde el coche la situación, hasta que Natalia descendió del vehículo y se aproximo al niño. A medida que se acercaba podía ver mejor la pálida piel del muchacho, su cabello lacio y sus extravagantes y anticuadas ropas. Cuando se encontraba cerca de él preguntó:
- ¿Estás bien?¿Necesitas ayuda?
Él continuaba arrodillado mirando la pelota, mostrando tan solo un perfil algo demacrado.
- Nos hemos perdido y quizás tú puedas ayudarnos...
Seguía sin inmutarse, pero comenzó a reaccionar girando levemente la cara hasta que mostró el otro perfil que se encontraba en carne viva, como si hubiese sido abrasado. Sobresaltada dio un paso atrás mientras el niño se levantaba alzando un brazo y saludando en dirección al coche. Giró la mirada en busca de sus amigos, pero horrorizada Natalia se encontró con la presencia de cuatro personas más que se situaban tras el coche totalmente inmóviles. Vestían de igual manera, anticuados y andrajosos, pero no se podía vislumbrar sus rostros ni detalles pues ya no había claridad. Una silueta parecía pertenecer a un hombre ya que destacaba por encima de las otras. No dio tiempo para distinguir nada más. Se introdujo en el coche velozmente y miró a el camino donde ya no se encontraba ningún niño, echó un último vistazo al retrovisor y allí iluminado por la tenue luz roja de posición pudo ver una cruel mirada, dos ojos que la miraron fijamente. Ante el asom

- ¿Qué ha sido eso?-preguntó Gaby
- Que mal royo... que mal royo...-repetía Víctor
- Vamos a llegar cuanto antes a la casa y olvidemos estos recibimientos- sugirió Irene claramente incómoda.
Llevaban cinco minutos conduciendo por el oscuro camino, la luz del sol ya era casi una ilusión y el paisaje se componía de sombras y extrañas siluetas. Pasaron junto a un pozo cercano a una zona boscosa, y luego el camino descendía.
- Ya hemos pasado antes por aquí,- señaló Hugo- ese pozo es el mismo que hace cinco minutos, vamos a parar y llamamos a los amigos de los padres de Irene.
Debió de parecer buena idea, ya que aparcaron el coche en una explanada cercana al pozo y bajaron todos del coche. La noche no era fría en absoluto y el cielo se encontraba despejado decorado por un gran manto estrellado y una luna completa. Irene sacó su móvil dispuesta a realizar la llamada pero cuando miró el camino le pareció ver dos focos a lo lejos y corrió a decírselo a los demás. Ningún foco se podía observar cuando todos miraron hacia el lugar que ella indicaba. Volvió a centrar la atención en la llamada pero era complicado hablar con los amigos de sus padres si el teléfono no tenía la dichosa cobertura. Nuevamente percibió unas luces, esta vez se encaminaban hacia ellos.
- ¿Qué es eso?-preguntó Gaby
- Espero que no sean los de antes...que mal royo-suspiró Natalia nerviosa.
Quedaban escasos veinte metros de distancia entre ellos y las luces cuando éstas se apagaron sin previo aviso. No se oía ningún ruido excepto el de algún grillo a lo lejos, ninguna pisada, nada. Todos se sobresaltaron cuando el agua del pozo fue perturbada por algún objeto lanzado a él. Lo que fuese se encontraba junto al pozo en la oscuridad.
Un grito quebró el silencio...
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